martes, 6 de abril de 2010

“Arrodillada no, pon las nalguitas en el piso”













Han pasado 13 minutos desde que cesaron los disparos en “el Pantry”, el espacio común entre los tres pabellones de la cárcel de la Planta en Caracas y que sirve de comedor, sala de estar y exhibición de armas.
Ya comenzaron a llamar a los “bautizados” para que recojan a muertos y heridos. “A ver quien sale porque a veces siguen disparando y los matan” me dice Mauricio, uno de los pastores de El Avión, el pabellón de los evangélicos.
De pronto comienzan nuevos disparos y pregunto alarmada qué pasa, pero no es “nada”. La Guardia Nacional comenzó a disparar desde la torre que está en el patio y frente a los pabellones. Disparan siempre por encima de la línea media. Mauricio aclara: “Si uno está en el piso nadie recibe un tiro, por eso no se puede estar de pie ahorita”. Pero esta vez los presos de los pabellones 2 y 3 respondieron. El tiroteo es apenas el mensaje en que unos y otros ratifican su posición: los presos controlan lo que pasa dentro, la Guardia el perímetro, pero advierten que ya está bueno por hoy de tiros.
Mientras aún rebotan los disparos de FAL en la pared de los pabellones, una de las 300 mujeres que permanecían en La Planta desde el domingo de Ramos está un poco asustada en el piso y Mauricio le advierte: “Arrodillada no, pon las nalguitas en el piso mi amor”. La chica obedece. Allí se va a quedar un rato hasta que estén seguros que los tiros se acabaron…
El sábado tres de abril fue la segunda vez que hubo un tiroteo con las mujeres de visita en la Planta. La primera vez, en enero, los gritos de ellas fueron muchos, pero este sábado se sienten más acostumbradas.
Frente a la puerta de El Avión, el pabellón donde vive Mauricio junto a los otros presos que abrazaron la fe en cristo, pasan todos los muertos que hay en el penal, y desde allí ven cuando el pastor del pabellón 3 lleva a rastras a su herido, un tiro en el abdomen con entrada y salida y varios en las piernas. Desde el 2 traen a otro, pero éste es más una masa sanguinolenta. Al llegar a la entrada del 1, dos de los presos le arrebatan al herido a los “bautizados” . Todos piensan que lo van a rematar. No lo hacen; pero no importa porque antes de llegar al hospital ya habrá muerto.
Mauricio siempre atiende el teléfono, haya tiros o no. No tiene más de 36 años; su voz es educada y siempre tiene la palabra correcta, pero eso es lo que queda del yuppi, dueño de empresa exitosa, que era. Y uno se pregunta qué hace preso. Nunca lo hemos hablado aunque sé que está allí por pornografía infantil y tiene una condena de más de 12 años. Su esposa lo dejó y no puede ver a su hijo de 14 años, que hasta hace poco no sabía que él estaba en prisión. Pero estando en la cárcel consiguió una nueva pareja que lo visita cada fin de semana y cuando las dejan dormir se queda con él varios días. Pero esa no es la vida que planificó.
“Yo nunca me imagine que me vería aquí”, me dijo un día y yo me quedé callada pues no se me ocurrió qué responder.
Con él se puede hablar de cualquier tema y lo hace con libertad, pues no tienen nada que perder si preso ya está.
Pero en medio de la muerte que ve pasar frente a él sabe que su fe lo mantiene vivo. Por ello cuando termina de hablar de los episodios de este sábado, queda atrás la advertencia a la chica asustada y en la despedida retomamos el papel de Pastor y yo de oveja
- Que Dios te bendiga hija.

2 comentarios:

  1. Como lectora me atrapaste... Como ciudadana me quedé como tú: no sé qué decir...

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  2. Esta crónica está muy buena, así como tu blog en general. Muy buena la idea de contar las historias que sigues en el periódico en un blog

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