jueves, 22 de abril de 2010

“No les va a atender porque la maté”





Eran las 5.30 de la madrugada cuando el “Inca” Valero salió de la habitación. Estaba solo y se veía que se había bañado. A pesar de las cuatro horas que habían pasado desde que él y Yenifer Carolina, su esposa, finalmente se fueron al cuarto, el Inca seguía nervioso: caminaba de un lado a otro y se retorcía las manos. Se tomó un café, pero nada parecía calmarlo.

Llamaron en vano a la habitación y fue cuando el personal del hotel Intercontinental de Valencia se atrevió a acercarse a Valero para decirle que estaban preocupados porque ella no atendía el teléfono, él solo les respondió: “Es que no les va atender porque la maté”.

Lo que siguió fue la detención de la policía de Carabobo.

El “Inca” había llegado a esa muerte estando convencido de que Yenifer pretendía que lo mataran.

La noche del sábado en las horas de viaje desde Mérida él se sentía perseguido, todos los carros le resultaban amenazantes. En cada alcabala del camino los Guardias Nacionales o los policías estaban esperando por él. Los movimientos de Yenifer a su lado eran, para él, señales de que le indicaba a los policías de las alcabalas que lo mataran.

En ese tormento llegaron a Valencia y se fueron al hotel Intercontinental pues ya no había manera de seguir el viaje. En la recepción estuvieron desde las 11.30 de la noche. Allí, Valero tampoco se sentía seguro, personas extrañas en la recepción lo señalaban.

Pidieron una habitación, pero antes exigió que la revisaran hasta debajo de la cama y así lo hicieron. Por prevención lo asignaron a una zona donde no había demasiados huéspedes. Con preocupación los encargados del hotel lo vieron desaparecer aquella noche tras la puerta.

En la habitación en "Inca" terminó de consumir lo que le quedaba y luego lo acompañó con todo el licor que había en el bar de la habitación.

Y ya no supo más, o al menos fue lo que le dijo a los funcionarios que lo interrogaron.

Cuando despertó tenía las manos llenas de sangre y a su lado Yenifer estaba muerta con tres heridas perfectas en el cuello.

Él mismo relató tras su detención que antes de salir de El Vigía había comprado 50 gramos de cocaína que fue consumiendo durante el viaje. Quizás pensaba que si partía a Cuba el 19 de abril para su rehabilitación ya no habría más.

Cuando la policía bajó a “El Inca” de la media pared en la que se había colgado con su blue jeans los forenses se dieron cuenta de que en su boca estaba un papel doblado, al abrirlo vieron que era una foto de él con sus hijos.

Su fin fue quizás el resultado del estado de conciencia en el que entró una vez pasaron los efectos de la cocaína, allí comprendió que mató a su esposa y todo lo que eso implicaba...

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